Villaralbo, Valcuevo, Moraleja del Vino, Arcenillas, cercanías de Morales del Vino, Zamora.

No iba a salir, lo prometo, estaba cansado del viento de ayer. Peeero, me mandó Sergio un mensaje para salir con él y con otros dos animales: Javier Manso y J.J. Turiel. Las ganas pudieron más que el miedo y me apunté. El día era ventoso, tanto o más que el de ayer, por lo que había que refugiarse como fuera. Elegimos salir hacia el este, para sufrir a la ida y disfrutar a la vuelta. Los primeros kilómetros fueron algo más durillos, aunque mis compañeros no hicieron sangre y mantuvieron un ritmo que yo podía seguir. Sabía que en cuanto apretaran me quedaría descolgado, mitad Jalisco, mitad especial de la casa, que digaaaa, en parte porque no tendría fuerzas y en parte porque no estaba dispuesto a castigar mi cuerpo. Por Valcuevo se iba de maravilla. Aparte de ser lo más bonito de la jornada, nos servía de abrigo y protección contra el tremendo viento. Lo recorrimos entero con sus pequeños sube y baja (¿o se dice sube y bajas?) y disfrutando del paseo junto al Duero. Se acabó lo divertido en lo que a técnica se refiere, pero con el viento de espaldas, pedaleamos facilísimamente (lo que yo quería) por ese terreno feo y llano que aborrezco cuando el viento sopla al revés. Mis compañeros hicieron alguna arrancada salvaje. Hice lo que pude, acelerando y conservando las fuerzas. Se me escaparon un poco, pero después me esperaron (en el fondo son buena gente). Así nos acercamos hasta los alrededores de Morales del Vino, sin entrar en el pueblo. Desde ahí seguimos por el mismo tipo de caminos, ahora con el viento de lado (estorbaba, pero no agobiaba) salvo en el tramo final (a partir del km 32,5) donde me descolgué unos metros. Después de volvernos a juntar recorrimos el carril bici por la margen izquierda del Duero hasta el puente de los Poetas y para casa. Pues a pesar del recorrido, muy bien.